Por años, el mundo bridal ha vivido bajo el imperio del “peinado de novia”: ese look eternamente seguro, cuidadosamente orquestado para no incomodar ni a la suegra ni a la fotógrafa. Pero el 2025 se desmarca. Las nuevas novias ya no quieren parecer sacadas de un tablero de Pinterest. Quieren estilo. Quieren autenticidad. Quieren que su look hable de ellas, no de lo que se espera de ellas. Y eso se nota, especialmente, en el cabello. Este año, el peinado deja de ser la cereza del pastel para convertirse en una declaración de principios. Aquí, las claves del nuevo lenguaje capilar que está redefiniendo el altar.
El recogido que no parece un recogido
Olvídate del moño clásico con acabado de porcelana. Lo que se lleva ahora es el nonchalance controlado: recogidos bajos, sí, pero con mechones que caen como si no importara (aunque claro que importa). Texturas vivas, imperfección milimétrica, y una clara inspiración en las musas de los 90: Kate Moss en una boda en Ibiza, no una princesa Disney. El mensaje es claro: soy elegante, pero no tengo que gritarlo.



Trenzas como armas estéticas
Sí, las trenzas vuelven. Pero no como las recuerdas. Se entrelazan con cintas y encajes, se añaden accesorios como lazos, scrunchies o coleteros de metal para crear peinados mucho más elevado que la clásica trenza desenfadada con florecillas a la que estamos acostumbradas.



Cabello suelto, pero no inocente
El pelo suelto siempre ha sido sinónimo de “natural”, pero este año, lo natural se arma. Raya perfectamente definida, acabado espejo, planchas bien usadas. Aquí no hay improvisación. La novia que lleva el cabello liso y pulido lo hace con la misma intención con la que se escoge un vestido de líneas arquitectónicas. Minimalismo, sí. Pero con filo.



Arte en la cabeza: accesorios inesperados
Los tocados clásicos se quedan en la banca. En su lugar: esculturas capilares. Clips oversized, piezas de autor, incluso joyería convertida en accesorio capilar. ¿Una peineta de cerámica hecha a mano? ¿Un velo sostenido por un ear cuff dorado? Sí, por favor. La idea no es adornar: es intervenir.



Texturas reales, sin filtros
Ya no se alisa el rizo. No se disimula el volumen. 2025 celebra las texturas reales, desde un afro XXL hasta ondas surferas sin domesticar. El beauty look se vuelve un ejercicio de amor propio: mostrar el cabello como es, no como dicta el canon. Una oda al poder de lo auténtico.



Este año, el cabello deja de ser ese elemento secundario en la checklist bridal. Se convierte en un símbolo. En un gesto de estilo, de libertad, de presente.
Porque si algo está claro en 2025, es que la novia ya no se peina “para verse bonita”. Se peina para verse como ella misma —más alta, más fuerte, más brillante— y para dejar una imagen que no envejece: la de una mujer que se sabe exactamente quién es.