En el firmamento glamuroso de Cannes, donde la sofisticación se viste de gala y la moda alcanza su clímax anual, este 2025 ha tenido una protagonista inesperada: la elegancia española. La Riviera Francesa ha sido testigo de un desfile de nombres que no solo brillan en las pantallas, sino que dominan con autoridad el lenguaje de la moda. Las invitadas españolas no han pasado desapercibidas, y cada una, desde distintas latitudes del estilo, ha dejado claro que la moda patria vive un momento de esplendor.
Paz Vega: arquitectura negra y audacia medida
Paz Vega volvió a demostrar por qué su presencia en la alfombra roja nunca es circunstancial. Con un diseño escultural en negro absoluto, con aberturas estratégicas que jugaban entre la sensualidad y la sobriedad, la actriz apostó por una feminidad poderosa, casi cinematográfica. El peinado recogido y el maquillaje limpio completaron un look que no necesitaba estridencias para hablar alto y claro.

Nieves Álvarez: una oda al brillo sin excesos
La modelo y musa de diseñadores europeos, Nieves Álvarez, optó por la maestría de la alta costura en su versión más etérea. Un vestido repleto de pailletes en tonos plata y humo, con una caída líquida y escote estructurado, evocó el glamour de las grandes divas de los años dorados de Hollywood. Su estilismo, perfectamente equilibrado, conjugó lujo con una contención que solo alguien con su trayectoria sabe manejar.
Marta Lozano: la influencer que se transforma en ícono
Lo que comenzó en Instagram, ha llegado —literalmente— a Cannes. Marta Lozano irrumpió con una creación en tafetán rojo de dimensiones operísticas. La prenda, que simulaba un vestido pero se construía sobre un mono, fue un soplo de aire fresco y teatralidad en la alfombra. El recogido clásico y las joyas discretas permitieron que el diseño hablara por sí solo. Un claro ejemplo de cómo las nuevas generaciones interpretan el glamour con códigos propios.

Georgina Rodríguez: fuerza, cuero y reivindicación
Con un estilismo que rompió moldes, Georgina Rodríguez optó por una silueta armada y texturas poco habituales para una red carpet como Cannes. El tono marrón profundo del vestido, unido a detalles metálicos y cortes simétricos, construyó una imagen de diva guerrera, de una mujer que reivindica su lugar sin necesidad de encajar en lo esperado. Provocadora, sí, pero con propósito. La moda, al fin y al cabo, también es un acto de poder.

Hiba Abouk: la elegancia pensada desde la sencillez
La actriz hispanotunecina, conocida por su estilo sobrio y contemporáneo, apostó por una silueta monocroma de líneas puras. Un bustier sin tirantes, complementado con una capa estructurada llevada al hombro, le otorgó una presencia refinada sin artificios. Su aparición recordó que la elegancia no necesita volumen, sino intención.
Ester Expósito: sensualidad con narrativa mitológica
Con un vestido de inspiración helénica, Ester Expósito jugó al equilibrio entre inocencia y deseo. La pieza, en tono marfil y con drapeados que abrazaban su figura, presentaba una abertura central y detalles que evocaban a las musas griegas. Con un estilismo pulido y joyas mínimas, la actriz encarnó a la perfección ese ideal contemporáneo de belleza casi irreal.

María Pedraza: romanticismo con trazo moderno
La actriz madrileña eligió el blanco como declaración de intenciones. Con un vestido entallado de línea sirena, coronado por un lazo XL en la espalda, María encarnó a la novia del siglo XXI: delicada, pero con una actitud clara y definida. El peinado semi recogido con detalles coquette cerró un look que podría haber salido directamente de una editorial de alta costura.
Más allá del brillo individual, lo que une a estas mujeres es una narrativa común: la de una moda española que no teme al riesgo, que honra la tradición pero se atreve a mirar al futuro. Cada una ha traducido su esencia en un lenguaje estético propio, demostrando que la alfombra roja no es solo una pasarela, sino un espacio de afirmación identitaria.

En Cannes 2025, las españolas no solo estuvieron presentes. Se apropiaron del relato con voz clara, con una estética pensada y con la certeza de que la elegancia, cuando es auténtica, se convierte en memoria colectiva.