Ha pasado un tiempo desde que Alejandro Maillo presentó su colección Albor en el Atelier Couture de Madrid, pero su huella sigue tan fresca como aquel día. Ese desfile, cargado de detalles artesanales y siluetas que enamoran, consolidó al diseñador vallisoletano como uno de los grandes nombres de la moda nupcial española.
Albor evocaba naturaleza, luz… ¿Qué te inspiró realmente?
Más que naturaleza en sí, la inspiración venía de los primeros rayos del amanecer. Esa claridad que va creciendo hasta convertirse en blanco puro. Mostramos en pasarela solo una selección, pero la colección completa incluía diez looks de novia y diez de fiesta inspirados en este concepto.
¿Qué deseabas transmitir con esta propuesta?
Sobre todo, fidelidad a mi línea de diseño: patrones cuidados, tejidos nobles y ese equilibrio entre tradición y vanguardia. Siempre hay un hilo conductor en mis diseños, y es que se reconozca la seña de Alejandro Maillo.
Los tejidos fueron muy comentados. ¿Qué historia hay detrás de ellos?
Pues curioso: el tejido estrella de la colección era un brocado como con hojas y plumas que sobró de una temporada anterior. Lo teníamos en el taller, y decidí darle una segunda vida. Fue un guiño al aprovechamiento y resultó ser uno de los más valorados. ¡Ha sido el tejido estrella de la colección de este año!
También destacaron los detalles de luz: pedrería, cinturas trabajadas…
Sí, me gusta añadir un toque de brillo discreto. Incorporar pequeños detalles que hagan diferentes mis diseños y se puedan asociar con mi marca.
Tu trabajo une tradición y modernidad. ¿Cómo logras ese equilibrio característico de Alejandro Maillo?
A través del tejido, principalmente. El mismo material puede servir para un diseño clásico y otro rompedor. En Albor, por ejemplo, usamos el brocado en un vestido más tradicional y también en un corpiño contemporáneo. Eso hace que la colección tenga cohesión y coherencia.
En cuanto a siluetas, ¿qué tendencias marcan el camino para las novias de 2025–2026?
El vestido princesa vuelve con fuerza. Y también las colas largas, que forman parte de mi sello personal. Aunque, por supuesto, los cortes rectos con sobrecolas desmontables siguen teniendo su lugar, sobre todo entre las novias más prácticas. La cintura vasca empieza a asomar, aunque aún cuesta introducirla en algunas zonas más tradicionales, como Valladolid.
¿Cómo consigues que una novia se sienta ella misma y no disfrazada?
Escuchándola. En nuestro atelier no imponemos, acompañamos. Hacemos una pequeña entrevista para conocer sus gustos, su forma de ser, cómo quiere sentirse ese día. La novia tiene que sentir conexión con su vestido. Y nuestro objetivo es que al salir diga: “Este vestido soy yo”.
¿Cómo crees que evolucionará la moda nupcial en la próxima década?
¡Uy, esa es una pregunta trampa!” —bromea Alejandro —. Pero es verdad que muchas novias hoy no saben si decantarse por lo clásico o arriesgar con algo más moderno. Y lo curioso es que lo clásico, que parecía estar desapareciendo, está volviendo con fuerza. Fíjate en el estilo Lady Di, que marcó una época hace más de 20 años: esas mangas abullonadas, las cinturas muy ceñidas, las faldas con gran volumen… Todo eso que parecía haber quedado atrás, está regresando, pero reinterpretado y modernizado.Y es que la moda, al final, es completamente cíclica.
Por último, ¿qué consejo darías a las novias que aún no saben qué ponerse?
Que sean fieles a su estilo. Que elijan pensando en ellas, no en las opiniones ajenas. Una novia dentro de diez años, al ver sus fotos, debe reconocerse. Y decir: “¡Qué guapa estaba, y era yo!”
