Se acerca San Valentín y ya empiezan a proliferar propuestas, actividades y todo tipo de leyendas de amor alrededor del popular y dudoso -incluso para la misma Iglesia Católica- santo, que da nombre a uno de los días más señalados en nuestro calendario. ¿Historia o leyenda?
Pues bien, el municipio de Cogolludo, en Guadalajara, se ha puesto manos a la obra y ha convocado una nueva edición de su concurso de cartas de amor y desamor, inspirado en una antigua historia asociada a esta villa. La leyenda, en la que se basa la iniciativa, se remonta al año 1546 cuando dos mujeres que viajaban de Madrid hacia Aragón pasaron por Cogolludo atraídas por las fiestas que daba el III duque de Medinaceli.
Estas mujeres cantaban y bailaban por los pueblos y cuando el duque se enteró pidió que ambas le mostraran sus habilidades artísticas y les ofreció quedarse en su palacio. Una de ellas, Mariana, aceptó, pero la otra continuó su camino. Cuatro años más tarde llega al pueblo, con su compañía de figurantes, el dramaturgo Lope de Rueda y conoce a Mariana. Ambos se enamoran y contraen matrimonio en 1552 pese a la negativa del duque y a sus enfrentamientos con el escritor.
Por cierto, el palacio aún preside la imponente plaza mayor porticada de la localidad. Se trata del primer palacio renacentista construido en España y está abierto al público en visitas guiadas.
“Un país sin leyendas…”
Esta no deja de ser una de las mil y una leyendas de amor y desamor que recorren España. Resulta raro no encontrar alguna de ellas en cualquiera de los rincones que pueblan este país, construido sobre mitos, fábulas y misterios. Las leyendas, transmitidas de generación en generación, conforman la identidad de un pueblo y son el reflejo perfecto de su cultura e historia. De cientos de años de tradición.
Decía un filólogo e historiador francés que “un país sin leyendas se moriría de frío”. Nosotros para no cometer tal atrocidad hemos recogido aquí seis de esas muchas leyendas. Seis retazos de amor, historia y sueños. Seis relatos de amores imposibles que nos trasladan a otros tiempos y a otras vidas.
1. Cueva de la Mora. La Pedriza (Madrid)
Muchos lugares en España tienen su particular ‘Cueva de la Mora’ y una leyenda unida a ella generalmente relacionada con un amor imposible entre un joven cristiano y una joven y bella mora. Incluso Gustavo Adolfo Bécquer tituló una de sus leyendas con ese mismo nombre, aunque el enorme escritor situó el lugar en la serranía de Cuenca.
Aquí vamos a relatar la que está ubicada en la Pedriza del Manzanares, una jungla de granito dentro del parque nacional de la Sierra de Guadarrama. Un lugar mágico y de difícil acceso al que solo se puede llegar escalando.
La leyenda, como no podía ser de otra forma, está fechada en la época de la Reconquista. Una joven mora, Naima, perteneciente a una rica familia musulmana, comenzó a tener una relación prohibida con un noble cristiano. En uno de sus muchos encuentros fueron sorprendidos por los padres de la joven, que ya habían rechazado la unión, y el patriarca árabe decidió enclaustrarla en una lúgubre e inaccesible cueva. Allí penó la bella Naima mil y una noches hasta su muerte.
El joven castellano huyó a tierras lejanas tras las amenazas del padre y cuenta la leyenda que de la humedad de las lágrimas vertidas por ella nació un árbol de la misma roca. En ocasiones, los montañeros ven a la bella mora vagando entre los peñascos en busca de su amor perdido.
2. Peña de los Enamorados. Antequera (Málaga)
Otra de nuestras leyendas sobre un amor imposible entre una joven musulmana y un muchacho cristiano. En la Vega de Antequera se alza una formación natural de gran tradición y significación cultural, la Peña de los Enamorados. Un icono del paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad junto con el Tórcal y los Dólmenes de Antequera. Su morfología recuerda incluso el perfil de un rostro yacente mirando al cielo y su nombre procede de una leyenda medieval sobre el amor imposible de dos jóvenes durante los últimos años de la dominación musulmana.
Tazgona, hija del alcaide de la cercana localidad de Archidona, y Tello, un joven cristiano, se enamoraron perdidamente, pero tuvieron que mantener en secreto su relación. Y una vez más, se repite la trama. El padre de ella los descubrió y aunque Tello fue apresado y mandado ejecutar, lograron huir y se ocultaron en una cueva de la peña. Al ver que los guardias se aproximaban para capturarlos, la pareja decidió sellar su amor para siempre arrojándose al vacío.
3. La leyenda de Cambaral. Luarca (Asturias)
En Luarca existe un puente, el Puente del Beso, y existía una fortaleza, conocida como La Atalaya. Aparentemente, ninguna de las dos tendría relación si no fuera por Cambaral, un pirata berberisco que llegó a esa parte de la costa asturiana con el ánimo encendido. Los guerreros de Hidalgo, señor de la fortaleza, lograron apresarle y le encerraron en las mazmorras de La Atalaya.
Una bella doncella, hija del señor, bajó a la celda a curarle las heridas y el encuentro provocó en ellos el más puro amor. Tan fugaz como brillante. Huyeron al puerto, pero el padre y señor de la fortaleza les sorprendió y los enamorados, conscientes de la situación, se abrazaron y besaron con tanta pasión que el mismo señor de Luarca, loco de ira, cortó sus cabezas de un solo tajo. Cuentan que cayeron al río unidas por un beso eterno. Es en ese mismo lugar donde años más tarde se levantaría el Puente del Beso.
Así lo recrea la escritora asturiana Ana Morán: “Dos cabezas cercenadas trazaron una parábola perfecta para hundirse en las azules aguas de la Villa Blanca. Estaban unidas en un beso tan eterno como la hipnótica cadencia de la marea. Hidalgo, orgulloso señor de la atalaya, contempló horrorizado la mano que acababa de segar aquellas vidas, la suya propia. Aunque más doloroso era alzar la vista y encontrarse con aquellos dos cuerpos abrazados: el de Cambaral, auténtico terror de los mares, y el de su única hija”.
4. La leyenda de Garajonay. La Gomera (Islas Canarias)
Los ‘Chorros de Epina’ son unos chorros de agua existentes en la isla de La Gomera. No tendrían mayor importancia si no fuera porque desde tiempos muy lejanos se ha considerado que eran capaces de descifrar el destino y hacer milagros. Se cree que, mirándote en sus aguas, pueden predecir si se encontrará el amor -si el agua está tranquila y limpia- o el desamor -si el agua está turbia-.
Y eso es lo que hizo, durante la celebración de las fiestas de la isla, la princesa Gara, que, acompañada de otras jóvenes, quiso conocer su destino. Cuando llegó su turno, el agua empezó a enturbiarse y acabó mostrando un sol de fuego. Asustada, el sabio del lugar le recomendó que se alejara y no se acercara al fuego.
A todo esto, un día antes había llegado a la isla, procedente de Tenerife, Jonay. Cuando los dos se encontraron quedaron prendidamente enamorados. Inmediatamente, se lo comunicaron a sus padres e hicieron público el compromiso, pero en ese mismo momento el volcán del Teide comenzó a escupir lava y Gara recordó la predicción. Su amor era imposible y solo después de que sus padres les prohibieran verse y regresara el bello Jonay a su isla, el Teide se calmó.
Sin embargo, el joven no podía olvidarla y una noche se lanzó al mar y nadando llegó a La Gomera. Juntos huyeron al pico más alto de isla y una vez allí, sintiéndose acorralados y viendo que su amor no era posible, cogieron un palo afilado por ambas puntas y se abrazaron muriendo en el acto.