Recuerdo con cierta nostalgia aquellas bodas en las que alguno de los invitados -o invitadas-, camuflado entre el orden aparente de las mesas redondas, gritaba: “¡¡Que se besen los novios!!”. Acto seguido, otro -u otra- con la sana intención de subir aún más en la escala tonal, pedía: “¡¡¡Que se besen los padrinos!!!”. Y todo el salón prorrumpía en aplausos desmedidos, vivas a todo lo que se moviera y brindis por doquier.
Después de la ceremonia, esto no era más que el comienzo de una retahíla de tradiciones y costumbres con las que se amenizaba el banquete y que servían de calentamiento para la fiesta posterior. El corte de la liga, los tijeretazos a la corbata, el corte de la tarta nupcial o el primer baile son algunas de esas tradiciones que parecen perder fuerza ante la originalidad, el buen gusto y las tendencias innovadoras de los tiempos actuales, mucho más exclusivos y personales.
O eso, al menos, es lo que cree Andrea Apraiz (@andreagarap), apasionada de las bodas, experta en enlaces nupciales y una de las voces más influyentes sobre estos temas en las redes sociales. Andrea asegura que muchas de esas tradiciones ya están pasadas de moda o que cada vez se practican menos. Cortar la liga, realizar una coreografía grupal a los novios, hacer un vídeo sorpresa, tirar arroz o hacer muchas fotos familiares son, a tenor de esta experta, un símbolo de tiempos pasados y reminiscencias de una época que hay que superar.
La liga, el baile grupal y el vídeo sorpresa
Sobre la tradición de cortar la liga a la novia, Andrea explica que antiguamente o bien se regalaba a la siguiente en casarse o las amigas de la novia la cortaban en trozos para repartirlos entre los invitados a cambio de “la voluntad” y la toma de un chupito -las amigas solían ir acompañadas de la bebida espirituosa correspondiente-. Y lo mismo ocurría con la corbata del novio o su ropa interior. Para Andrea esta tradición no tiene sentido porque “bastante esfuerzo hacen ya los invitados estando allí y dando su regalo como para encima estar pidiendo la voluntad”.
Otra tendencia que debería pasar a mejor vida es el famoso flashmob o el baile grupal a los novios. La experta reconoce que en su momento cayó en la tentación y participó en uno de esos bailes coreografiados con los que, en ocasiones, se obsequia a la pareja que, entre perpleja y asombrada, admira la buena voluntad de los ‘bailarines’. Lo importante es participar. Eso sí, Andrea asegura que sigue sintiendo “vergüenza” de ese momento. “Si no sabemos bailar, no hay ninguna necesidad. Hay sorpresas muchísimo mejores porque lo del baile ya está muy visto”.
Y el vídeo sorpresa. De llevarse a cabo, en lo primero que hay que pensar, dice la experta en bodas, es en asegurarse que haya en el lugar de la celebración una pantalla para verlo. De tan sentido común, que se olvida.
En todo caso, Andrea explica que, en los tiempos actuales, en los que vivimos pegados a una pantalla y haciendo scroll en redes sociales por cientos de vídeos, es absurdo pensar que un vídeo más vaya a llamar la atención de los amigos. “En las bodas -dice- es un poco hacer perder el tiempo a los novios”.
El arroz y las fotos familiares
Y llega la cuarta tradición a dilapidar. Y aquí es donde Andrea entra en terreno movedizo porque menciona una de las costumbres todavía más arraigadas, símbolo de abundancia y fecundidad y constancia gráfica del enlace: el arroz. Reconoce, eso sí, que aún no ha pasado de moda, pero que hoy en día contamos con otras opciones para tirar a los novios como los pétalos y el confeti.
Dicho esto, proclama: “¡Ojalá que llegue a pasarse de moda!” porque, confiesa, es lo que “arruina” uno de los momentos más bonitos de una boda, que es cuando salen los recién casados y que por culpa del lanzamiento del arroz tienden a apartarse o a cerrar los ojos. Resultado: fotos y vídeos horribles. Entonces, Andrea se pregunta: “¿Qué necesidad hay de hacer pasar ese mal rato a los novios en el día más importante de sus vidas?”.
Y la experta en enlaces nupciales termina con las siempre incontestables y temidas fotografías familiares que, a diferencia de lo que ocurría hace años, ya no adornan los salones de las casas y que, durante la celebración, lo único que producen es que los novios pierdan mucho tiempo.
Andrea sugiere que si los novios quieren hacerse una foto con cada miembro de la familia, perfecto, pero traslada una solución más práctica y exclusiva, la que utilizó en su boda: una foto con toda la familia del novio, una foto con toda la familia de la novia, una foto con padres y hermanos y una con todos los amigos. Fin de la fiesta y del posado. Eso sí, luego las que vayan surgiendo de manera natural, pero nada de los típicos posados.