¿Qué es una boda elopement? Comencemos haciendo referencia a un maestro: “No hay más diálogo verdadero que el diálogo que entablas contigo mismo, y ese diálogo solo puedes entablarlo estando a solas. En la soledad, y solo en la soledad, puedes conocerte a ti mismo como a prójimo (…). Si quieres aprender a amar a los otros, recójete (sic) en ti mismo”. Esto escribía sobre la soledad Miguel de Unamuno en un ensayo titulado precisamente, Soledad.
El hecho de estar solos y de manifestarse de forma individual ha embriagado el pensamiento y la acción de muchos escritores, filósofos, intelectuales… que a lo largo de los siglos han encontrado en la soledad un medio para engordar el espíritu y el alma.
En este mundo nuestro de prisas, exposiciones, ruidos y pantallas, la soledad -voluntaria- puede ser, como un oasis en medio del desierto, el salvavidas necesario para encontrar la manera de comprender, de acoger, de educar. Y de amar. ¿Es el amor en soledad más verdadero y real?
Intimidad frente a espectáculo
Pero sirva este breve alegato a la soledad y al hecho de alejarse del rebaño para hablar de dos, de los dos que conforman la pareja que escenifica su unión a través de la boda. Sirva este breve recodo para subrayar la felicidad que puede provocar una unión a solas, sin más equipaje que el de uno mismo y el del otro. “… casi desnudo, como los hijos de la mar”. Sin más tumulto que el provocado por las emociones.
Y a este destino solitario se están apuntando un número considerable de parejas que, alejadas del ficticio escenario social y de los tramposos focos, quieren darse el “sí, quiero” en la más estricta intimidad. Es lo que se llama una boda elopement. Ni familiares, ni amigos, ni invitados. Una boda solo de dos. Una boda en soledad. El tiempo nos dirá si se trata de algo impostado, de una nueva forma de postureo, muy propia de estos tiempos, o un sincero acto de amor. Cada una de ellas lo sabrá.
Sin ánimo, por supuesto, de demonizar las bodas y celebraciones tradicionales, ya es significativo que una pareja decida celebrar su enlace fuera del clásico circuito colectivo, alejado de una tendencia imparable, que es la celebración de bodas cada vez más sorprendentes y espectaculares.
Ya hemos hablado más de una vez y en esta misma sección del aumento de las celebraciones y de la multiplicación de los acontecimientos que rodean al hecho mismo del enlace nupcial: despedidas de soltero y soltera, prebodas, postbodas, etc. Todo un maremágnum de celebraciones dominadas por la personalización, el espectáculo y la exclusividad. Fuera la normalidad y bienvenida la diferencia.
Como señalábamos en un artículo anterior, las redes sociales, el reclamo público y la necesidad de destacar en un contexto general y heterogéneo, ha llevado a muchas parejas a explorar nuevos territorios nupciales y nuevas sensaciones. De huir de “lo de siempre”. Cuestión que requiere del ánimo suficiente como para poner en marcha una celebración que debe ser irrepetible y del bolsillo necesario como para llevarla a cabo.
Una comedia romántica
Pues bien, con este contexto y aunque pueda parecer extraño, existen hoy en día ese tipo de parejas dispuestas a plantear un enlace íntimo en el fondo y en la forma, reducido a los dos o a un número mínimo de invitados y, si es posible, fuera del entorno habitual. Es lo que se conoce como boda elopement. Un tipo de boda que parece estar en auge y que tiene mucho de carga cinematográfica. ¿No os suenan aquellas secuencias en las que, tras mil y un avatares, se encuentran los dos para sellar su amor en completa soledad? Si acaso un cura de apoyo o un amigo de testigo en un escenario tan humilde como romántico. El amor sin decorado.
Precisamente, elopement significa fuga o huida y esto es, ni más ni menos, lo que pueden estar buscando los novios que quieren llevar a cabo este tipo de enlace. Lo cierto es, como señalan algunos, que este tipo de bodas ni son recientes ni son una corriente novedosa. Digamos que suponen el retorno a un tipo de celebración más alejada en el tiempo e incrustada en una tradición más pura y virginal. Más apegada a la tierra y al cielo. ¿Más sobria y auténtica?
Pero también a la acción de escapar y no mirar atrás. Algo muy recurrente, por otro lado, en tiempos pasados. Así, puede referirse tanto al vergonzoso momento en el que una novia dejaba plantado en el altar a su prometido para escaparse con su amante o para referirse a aquellas parejas que, por la falta de recursos o por la desaprobación de sus familias, decidían fugarse para casarse.