Ángeles Sanz: “El secreto de un matrimonio duradero consiste en tener planes en común y aceptarse”

By Javier Sedano
06 de diciembre de 2024

¿Cuál es la receta de los matrimonios longevos? ¿Existe alguna fórmula mágica para el matrimonio duradero? Para la psicóloga Ángeles Sanz, especialista en terapia familiar y miembro de la Comisión Deontológica del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, la receta existe y consistiría en una buena dosis de ilusión y aceptación, un poco de negociación y un pellizco de momentos agradables. La fórmula, aunque no es infalible, garantiza seguir adelante con ese maravilloso proyecto en común. En Bdeboda.es hemos charlado con ella sobre los secretos de la vida en común y afectiva, la importancia del contacto físico y el matrimonio a partir de los 50.

Respeto, libertad, espacio vital… muchos son los factores que mantienen vivo un matrimonio con el paso del tiempo, pero ¿cuáles serían para ti esos factores o esa receta infalible?

Bueno, lo que yo creo que hace que una pareja se mantenga unida con una cierta calidad tiene que ver con, primero, tener planes en común. No digo con esto que haya que ir juntos a todos los sitios, digo tener una ilusión, que a los dos les guste practicar algún deporte juntos, que los dos tengan una casita en el campo y la disfruten juntos, un plan común. Claro, cuando hay niños pequeños, pues el plan común es sacarlos adelante y más hoy en día con lo complicada que es la vida. Pero se trata de no ir descuidando nunca ese ratito de un paseo, una cerveza, ocio común, algo que les gratifique a los dos.

En segundo lugar, aceptación. Según va pasando el tiempo, todos nos vamos aferrando más a una forma de ser y cada vez nos hacemos más críticos y como al otro le conocemos y sabemos lo que nos molesta, tendemos a fijarnos más en lo que nos molesta que en lo que va funcionando bien. Y eso es un error. El aceptar que el otro nunca va a darme exactamente lo que yo quiero, pero me compensa la aceptación, aceptación de la persona, que es el otro.

Y entender y comprender las diferencias.

Las diferencias, claro. Y luego tener muchas habilidades para dar importancia a los problemas que las tienen y no dar ninguna importancia a los problemas que no las tienen.

Lo que ocurre es que eso a veces es difícil de determinar y muy complicado entender la diferencia. Cada uno tenemos nuestra propia escala de valores. Entonces, ¿cómo haríamos para desarrollar esas habilidades?

Bueno, yo llamo problemas de importancia a aquellos que atacan al vínculo. Se trata de aprender a pedir y tener muchas habilidades para negociar, pactar, acordar, no querer capear al otro. Un ejemplo, si a ti te apetece que en Nochebuena comamos pavo y a mí el pavo no es lo que más me gusta, como sé que te gusta, acepto el pavo y a cambio yo compraré mi helado preferido.

O sea, muchas habilidades de negociación para quitar importancia al peso de los problemas. Si no, en pareja se discute por verdaderas tonterías. ¿Se te ha olvidado la leche? No es la leche el problema, es aceptar y pactar, que bueno, si se te olvida hoy, luego la compro o mañana y ya está. Muchas habilidades de negociación, de pactar, de acordar.

Y yo valoro muchísimo dedicarse un tiempo para solo las buenas cosas, solo los momentos agradables, solo lo que me ha gustado. ¿Por qué? Porque hoy día nos reunimos con nuestras parejas normalmente al terminar el día y es muy poco tiempo y el de peor calidad, porque yo estoy cansado o cansada y lo que me apetece es lo que me echen en la tele y aquí paz y después gloria. Entonces, la relación va perdiendo la chispa. ¿Por qué? Porque no se habla de lo que está bien.

Es muy importante comentar no las desgracias, no lo malo de cada día, sino todo lo contrario, lo que ha salido bien, lo que me ha gustado, lo que he disfrutado.

Y aquí también interviene un factor clave para la pareja y el matrimonio, la monotonía.

Evidente. Y en pareja lo que se hace monótono pierde valor. Aunque a mí en un principio me encantaba que me trajeras el café los domingos a la cama, si llevas dos años haciéndolo ya puede convertirse en una obligación. Entonces, la monotonía siempre quita valor positivo, seguro.

Y luego, por supuesto, no hace falta obligatoriamente tener relaciones sexuales, pero la intimidad física, que nuestra cultura sigue siendo prioritariamente en pareja, no perderla. Miradas, besos, no solo sexo, cariño y contacto físico.

La importancia de las caricias, a las que siempre aludes.

Caricias, achuchones, un masaje, una palmadita, una caricia. Eso es súper importante. Eso no arregla los problemas, evidentemente, pero suaviza mucho porque genera un bienestar en el vínculo, en la intimidad, aumenta la sensación de intimidad.

Caricias, besos e ilusión, indispensables para el matrimonio duradero. Matrimonio duradero y planes en común.

Ángeles, parece que hay una nueva tendencia y es la de enamorarse y casarse a partir de los 50 años. Las bodas se han duplicado en ese segmento de edad. ¿Esto es así y cuáles serían las razones?

Sí, es verdad, es cierto. Como cada vez hay más divorcios alrededor de los 40 años, pues quieras que no, va pasando el tiempo y es muy frecuente que dos personas se encuentren pasados los 50 o cerca de los 60 y, a partir de ahí, establezcan una relación y aumenten los matrimonios. Yo eso lo veo, es verdad que es así.

Planteado así, tiene lógica. Una lógica fundamentada en el paso del tiempo y en la necesidad de encontrarse.

Claro. Además, como dices, no es por azar, es que las parejas en esa fase, como ya tienen una experiencia vital buena o regular, también tienden a ser más de diversión, más de ocio. Ya no tienes tantas obligaciones de hipotecas, colegios… y entonces suelen ser parejas que dedican más bienestar el uno al otro.

Y relativizan un poco más las cosas…

Claro, claro. Ya tienen una trayectoria detrás y han vivido de todo un poco, han pasado por muchas circunstancias.

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